miércoles, 8 de febrero de 2017

CUENTOS DE TERROR CORTOS



LA CAMIONETA FANTASMA

Me encontraba viajando por Texas en la compañía de una pareja de amigos, los cuales no quisieron volver a viajar conmigo ni tampoco hablar de lo sucedido durante aquellos días.
No solía gustarme excesivamente viajar por la noche porque la visibilidad no era la misma que durante el día. Sin embargo, aquel día estuvimos charlando y decidimos continuar con nuestro recorrido porque estábamos realmente cerca de llegar al destino.

Serían alrededor de las 5 de la madrugada cuando notamos que alguien nos seguía, cada vez se acercaba más a nuestro coche e incluso nos molestaba mucho con las luces del vehículo.
No alcanzábamos a comprobar con cierta certeza quién era, porque era bastante tarde y también nos encontrábamos francamente cansados. Después de estar persiguiéndonos durante varios kilómetros, decidimos parar nuestro vehículo cerca de una comisaría cercana y pedir ayuda a los policías.

Cuando entramos a la comisaría de aquel lugar que olía bastante desagradable allí no había nadie y parecía que no había estado prácticamente por aquel lugar durante bastantes años a juzgar por lo mal cuidado que estaba. Así que salimos rápidamente y al salir, nos encontramos con un par de policías.

Les contamos lo que nos sucedía, alguien nos estaba siguiendo e incluso dimos la descripción de lo que parecía ser una camioneta bastante vieja y nos sorprendió muchísimo la actitud de los policías que entraron dentro de la comisaría por sus armas.

Pasados unos 15 minutos decidimos entrar por ellos porque no salían pero allí no había nadie, simplemente estaban los uniformes colgados y una nota que decía, ¡corred!

Nos los tomamos a broma, arrancamos nuestro coche y proseguimos con el trayecto, pero aquella camioneta volvió algo más tarde sobre las 5.45 de la madrugada otra vez tras nosotros. Julián, el novio de mi amiga paró el coche y bajó para increpar al conductor de la camioneta, aunque volvió con semblante blanco.

Al volver donde estábamos nosotros nos dijo que no había ningún conductor ni nadie conduciendo la camioneta. Yo, que no podía creerlo, salí del coche y repetí los mismos pasos que mi amigo con idéntico resultado, la camioneta parecía estar funcionando por ella misma.

Volví al coche, nos miramos y conducimos todo lo deprisa que pudimos hasta llegar a la ciudad. El caso es que aquella camioneta nos siguió hasta el amanecer, momento en el que desapareció y aprendimos la lección de no volver a conducir por la noche.

Unas semanas más tarde, nos enteramos de un accidente que sucedió en la comisaría que visitamos en donde se fugó una persona muy peligrosa e hirió a varios agentes gravemente…




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LA MUJER QUE PARECÍA NO TENER ROSTRO

Era un centro comercial como otros muchos. Con la llegada del frío, una mujer que había perdido su hogar, se refugió en el recinto con la intención de cobijarse del frío. Sin embargo, los responsables del establecimiento decidieron echarla del lugar y finalmente, no pudo soportar las temperaturas heladas de las calles.

Cientos de personas, acudían al establecimiento a comprar mantas y ropa de abrigo, mientras la mujer lo pasaba francamente mal en el exterior, tratando de superar de la mejor manera posible, el intenso frío de aquel año.

Esta mujer llamada Mary, tenía un pequeño cartel en el que apenas se podía leer, por favor, ayúdeme con una manta, tengo mucho frío. De hecho, cientos de personas pasaban cada día a su lado sin que ninguno de ellos, se decidiese a darle una manta o cualquier tipo de prenda de abrigo con la que ayudarla.

Transcurrido el invierno, nunca más se volvió a ver a Mary y muchos dudan acerca de qué le sucedió, pero algo se instaló a las afueras del centro comercial y tenía intención de vengarse de las personas que no ayudaban a los demás.

Pasados 5 años, una pareja se dirigía al centro comercial, cuando de repente vieron a una mujer corriendo hacia una calle sin salida. Aquella mujer, estaba realmente desabrigada y les llamó muchísimo la atención, por lo que decidieron salir en busca para invitarla a acudir a un Centro en donde pudieran ayudarla, por ejemplo, hospedándose un tiempo hasta que subieran las temperaturas. La pareja decidió separarse para buscarla, pero minutos más tarde se había perdido al final de la calle y el coche no arrancaba.

De repente, comprobaron como la mujer se encontraba justo detrás de ellos y tenía un cartel, realmente similar al de la desaparecida Mary. Sin embargo, el chico de esta pareja se sorprendió mucho de ver que la mujer parecía tener el rostro helado como consecuencia de las bajas temperaturas, apenas se le veían los ojos y no tenía ningún tipo de expresión en el rostro.

La chica intentó salir corriendo para pedir ayuda, mientras que el joven se acercaba a la mujer para intentar hablarle, pero desapareció de la nada. Cuando el chico se giró, la mujer estaba tras de él, lo agarró con muchísima fuerza y desaparecieron ambos bajo el suelo de la calle. La chica fue encontrada deambulando por la calle, diciendo que un fantasma se llevó a su novio y ahora, se encuentra recluida en un hospital psiquiátrico bajo mandato judicial.

Si ves a Mary por la calle, no intentes acercarte a ella, probablemente piense que buscas hacerle daño y te lleve con ella.




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EL COCHE MISTERIOSO

De camino al trabajo, Ángel vio pasar un coche algo rápido, pero no le dio importancia, aunque le llamó la atención por una pegatina extraña que tenía en su parte trasera. Una vez llegó a la fábrica, pudo ver el coche aparcado cerca de la puerta, y pensó que se trataría de un nuevo trabajador.

Siguió su camino, fichó y entró en los vestuarios como de costumbre. Cuando vio al encargado le preguntó por la nueva incorporación, a lo que éste le contestó que él también se había fijado en el coche, que llegaba todos los días, pero que nunca había sabido de quién era.

La jornada completamente normal, y los compañeros sin saber tampoco nada sobre el susodicho. Quizás resultaba que se trataba de alguien nuevo en la oficina. En fin, poca importancia tenía. Al salir, el coche ya se había marchado.

Al día siguiente volvió a ocurrir lo mismo, y el coche volvía a aparecer en el mismo lugar. Siempre llegaba antes de fichar, por lo que nadie sabía todavía de qué se trataba. Siguieron pasando las semanas hasta que un día, Ángel volvió a la fábrica y fichó como de costumbre. Al entrar a los vestuarios algo extraño había pasado. No había absolutamente nadie. Se dirigió al almacén y más de lo mismo. Parecía como si la fábrica hubiese cerrado por ese día.

Como él sólo no podía empezar, entró en la oficina para ver qué era lo que pasaba, y ahí fue donde se encontró con todos sus compañeros fallecidos y apilados como si de una pila de troncos se tratase. Salió raudo para fuera y pudo ver que el coche ya no estaba…





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ENTRE LA NIEBLA

Antonio se había perdido entre la niebla. Ya no sabía si seguía caminando por el sendero o se había desviado. Apenas se veía los pies. La noche estaba tan silenciosa que no lo ayudaba a guiarse. 
Con sólo escuchar el ladrido de algún perro, podría saber que estaba cerca del caserío, pero no se escuchaba nada. Hacia donde volteara la cabeza veía niebla, sin el menor indicio del paisaje que lo rodeaba. 
Y estaba el miedo a caer en algún barranco, o en un pozo. Y la niebla que se apretaba más, y el silencio absoluto, y la incertidumbre de no saber hacia dónde iba. 
Asustado ya, Antonio dijo en voz baja: - Daría hasta mi alma por salir de esta niebla - y tras decir eso vio que un brazo se estiró desde la nada y le tomó la mano derecha. Después el brazo se retiró hacia la niebla y desapareció. Un instante más tarde la niebla comenzó a diluirse.




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OBSERVADO

Sebastián dormía en la oscuridad de su habitación. Despertó a medias al sentir que algo saltó sobre la cama. Ni abrió los ojos; su gato siempre dormía con él. Lo sintió desplazarse cautelosamente sobre la frazada, mientras se acercaba a su cara. Sebastián no le prestó atención; se dio vuelta hacia el otro lado y quedó dándole la espalda, y continuó durmiendo. 
Por la mañana, cuando la luz del día proyectaba sutiles haces de luz por la ventana, Sebastián despertó y se sentó en la cama, se restregó los ojos y bostezó largamente. Giró la cabeza hacia donde creía que estaba su gato, no lo vio, y en ese instante se acordó que su gato había muerto unos días atrás. Y al mirar unas marcas que halló en la frazada, se dio cuenta que no era un gato lo que había pasado la noche a su lado, y vio que en la almohada habían escrito: “Te estoy observando”.




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DEL OTRO LADO DE LA VENTANA

Acostado en lo obscuro de mi cuarto, escuchaba el zumbido del ventilador, 
Remedio eficaz para dormirse. Ya comenzaban a desfilar por mi mente 
Una sucesión de recuerdos e imágenes inconexas, estaba por dormirme. 
Un ruido casi imperceptible me hizo abrir los ojos. Aunque de intensidad 
Muy baja, como ya dije, fue apenas perceptible, el ruido fue bastante 
Alarmante, sonó como si algo blando chocara contra el vidrio de la ventana. 
Giré la cabeza y vi la silueta de una persona pegada a la ventana, con las 
Palmas en el vidrio y moviendo la cabeza, como tratando de ver hacia el 
Interior. Después de un instante de terror, la silueta se alejó lentamente. 
Fue una experiencia atemorizante, pero lo que mas me aterrorizó, fue 
Que mi apartamento está en el quinto piso.


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EL MOLESTO RECHINIDO

Rogelio tomaba un café en la sala de su casa, mientras leía el diario. 
Las persiana de la ventana estaba abierta, y algunos insectos nocturnos trepaban por el 
vidrio o chocaban contra él, atraídos por la luz del interior. Más allá del jardín no se 
veía nada; la noche estaba sumamente oscura. 
Rogelio pasaba las hojas del diario y bostezaba cada vez más seguido. De repente escuchó 
un rechinido. Dejó el diario sobre la mesa y miró en torno a él. No era la primera vez que 
escuchaba aquel sonido. Sonaba en partes diferentes de la casa, siempre de noche, y aún 
no se explicaba qué era. 
Se imaginaba que lo producía el roce de dos materiales duros, pero qué eran no sabía. 
Una puerta interior se abrió de golpe, Rogelio volteó hacia ella, y vio que bajo el marco 
había una anciana diminuta y jorobada. La anciana le mostró los dientes y los hizo rechinar, 
luego comenzó a retroceder sin dar un paso, sólo se deslizaba, entonces la puerta se cerró.


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